Un Lugar para lo Desconocido

martes, 3 de mayo de 2016

Parálisis del Sueño, una Sensación Angustiante

Es posible que alguna vez, nada más despertarte, hayas tenido la angustiosa sensación de que tu cuerpo estaba paralizado, que no podías mover los labios para gritar y pedir
ayuda, o que había alguien más en la habitación y que te tocaba. No eres el único: una de cada cinco personas experimenta parálisis del sueño al menos una vez en la vida.
Se trata de un tipo de alucinación hipnopómpica, o sea, que sucede en el tránsito del sueño a la vigilia. Y, por supuesto, no la causan fuerzas sobrenaturales ni
extraterrestres. Es una experiencia que puede ser aterradora pero que tiene una sólida base neurocientífica. 
En esencia se debe a una interrupción del sueño REM (movimiento ocular rápido), fase onírica en la que el organismo sufre una atonía muscular que nos mantiene quietos mientras dormimos y evita que nos hagamos daño sin desearlo movidos por las historias que soñamos. Lo malo es que este mecanismo de seguridad resulta muy desagradable si se mantiene activo al despertarnos.
La neurofisiología del sueño REM explica todas las sensaciones y visiones que acompañan a la parálisis, según aclaraban Allan Cheynes y sus colegas de la Universidad de
Waterloo, en Canadá, en la revista Consciousness and Cognition hace ya más de una década. La sensación de una presencia extraña, que puede llegar a verse o escucharse,
se justificaría, según ellos, por el estado hiperactivo y alerta del cerebro medio propio de esta fase del sueño. 
Por su parte, la opresión en el pecho y las dificultades para respirar que describen muchos de quienes lo han vivido se atribuyen a una hiperpolarización de las motoneuronas
que perciben la respiración. Y en los casos en que se tiene la sensación de flotar o levitar se debe a conflictos entre activación endógena y exógena relacionada con la
orientación del cuerpo, la posición y el movimiento, de acuerdo con los citados investigadores.
Curiosamente, este estado se produce con más frecuencia cuando dormimos boca arriba que en cualquier otra postura. Dormir poco y estar sometido a un continuado estrés
también favorece la posibilidad de despertarse paralizado.

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